Empezamos a llenar la casa

Qué ilusión, qué jolgorio... Hoy hemos empezado a llenar nuestra casita. En un primer viaje he llevado una gran caja llena de platos y embudos (Toni, que es un tipo previsor, nos ha regalado tres). Al principio no parecía una tarea muy difícil pero según avanzaba me iba dando cuenta de mi error. Durante los primeros diez minutos sólo paré tres veces (como un machote) pero pasada la mitad del camino la cosa se complicó. La segunda parte esta en cuesta. Es una de esas cuestas que no se notan pero que, cuando vas cargado, ¡vaya si cuesta! Por lo tanto, mi ritmo de paradas para descansar y coger aliento (por no decir para dejar de resoplar) fue incrementando. Cada vez que dejaba la caja, los brazos se me iban para arriba. A la vuelta, se me iban tanto (los brazos) que casi no llegaba a cogerme el cigarro de la boca. Pero güeno... no sabeis que bien colocados me han quedado los platos.

Ya había cogido fuerzas para el segundo viaje cuando a salido por ahí la palabra "taxi barato" y, como quien no quiere la cosa, en 10 minutos teníamos uno abajo en la puerta. Como nos ha pillado un poco de sopetón no hemos podido planificar el Tetris taxista y sólo hemos podido llevar las ollas, algunos libros, el colchón del sofá-cama, un espejo y un perchero de barras (más bien podríamos referirnos a él como un armario sin puertas fondo o paredes). Esta vez me ha acompañado María, haciendo una pausa en sus estudios (bendita sea).

En otro orden de cosas, esta mañana he estado de nuevo en la redacción de Ecos y me han aconsejado sobre algunas becas que podría pedir, que quizás me permitirían poder currar en la revista unos meses (ellos sólo trabajan con becarios). Además les he ofrecido mi ayuda como maquetador para este fin de semana ya que andan con el cierre. Y como el nene sabe usar Quark (¡de algo me sirve la carrera!)...