Para los amantes de los datos inutiles

sábado, 29 de julio de 2006

Visitante

Todas las mañanas de esta semana hemos estado yendo a urgencias para que le cambiasen las vendas sobaquiles a María. En principio nos dijeron que fuésemos a las 9 de la mañana pero el martes y el miércoles tuvimos que esperar dos horas hasta que nos atendieron así que el jueves y el viernes nos permitimos el lujo de dormir un poco más antes de ir al Hôpital d'Ixelles. Además ayer tuvimos una visita inesperada justo antes de irnos a dormir. Nos costó un rato echarla de casa y luego se nos quitó un poco el sueño por lo que al final no nos acostamos hasta las 2 de la madrugada. Esto fue lo que pasó.

Durante toda la semana ha hecho un calor de muerte y nuestras ventanas han estado abiertas, intentando que entre un poco de brisa y, desgraciadamente, unos cuantos mosquitos cabrones. María ya estaba acostada y algo grogi gracias al cóctel Augmentine/ibuprofeno y yo estaba cerrando el ordenador para meterme en la cama cuando por el rabillo del ojo vi que algo entraba volando torpemente en la habitación. Una polilla, pensé. Cuando me di la vuelta vi que era demasiado grande y negra para ser una polilla. Entonces la "cosa" comenzó a volar en círculos por el cuarto y yo encendí la luz con lo que pude verla de cerca. Era un murciélago. Antes de que pudiese dar dos vueltas por nuestro espacio aereo, yo ya estaba metido en el baño con la puerta cerrada esperando que el murciélago saliese como había entrado. Entonces me acordé de María, que con el estruendo que había montado se había despertado. Abrí un poco la puerta pero el bicho seguía dando vueltas por lo que me metí en el baño de nuevo. Le grité a María desde el burladero que se metiera debajo de la sábana y cuando volví a abrir vi que ella se había levantado y había salido por patas por la puerta del salón, detrás de la cual estaba ya pertrechada.

Yo no encontraba en el baño nada que pareciese útil para atraparlo. Por fin se me ocurrió coger una toalla tamaño sábana y salí en plan gladiator para descubrir que nuestro visitante había partido. Le dije a María que volviese a dormir pero ella me pidió que antes inspeccionase el terreno. Y de repente el murciégalo salió de la cabecera de la cama directo a mi yugular. Bueno, en realidad no. Pero salió otra vez y me dio un susto de muerte porque pasó tan cerca de mi que le pude ver claramente los ojos. Ya volvía corriendo al baño, agachado y pensando ¡qué se me enreda en el pelo!, como Homer Simpson, cuando el chupasangre dio una vuelta, en el sentido contrario al que las había dado hasta entonces y salió limpiamente por la ventana.

El incidente nos ha recordado al de Marcelo, en el ex-zulito de los pariseños, pero con alas y en plan Batman. Ni que decir tiene que las ventanas están cerradas hoy. Por suerte ha llovido (en plan diluvio o Bélgica, como se prefiera) y hace más fresquito.

martes, 25 de julio de 2006

¡Estoy vivo!

Han pasado muchas cosas desde mi último post pero no diré que esa es la razón de que no haya escrito. La principal causa ha sido el calor. Mientras me llegaban noticias de lluvias y frio en algunas partes de España, en Bruselas (el país de las lluvias) no caía ni una gota. El calor era (y sigue siendo) agobiante. El otro día vi un termómetro que marcaba 42º. Hemos tenido que quitar el edredón, claro.

El fin de semana pasado aprovechamos bien la caló yendo a unos conciertos gratuitos (el Flagestival) en la plaza de Flagey (donde si no). Descubrimos a un grupo muy interesante que se llama Jazz Camerata, qus os recomiendo encarecidamente. También había pistas de petanca, que aquí se lleva mucho, y pese a las ganas que tenía de jugar me fui sin hacerlo. La verdad es que cuando me vaya de Bruselas voy a echar de menos todos los conciertos, mercadillos y eventos en general que se organizan aquí todas las semanas, sobre todo cuando hace solecito. Se ve que como no es muy común la luz solar, cuando aparece la aprovechan de lo lindo.

El comienzo de esta semana fue un poco más... delicado. María llevaba ya unos meses con una especie de grano sin cabeza en la axila. La cosa crecía y disminuía pero este finde se había puesto bastante enorme y se notaba una especie de bola que se adentraba en los confines sobaquiles. Tras una noche sin pegar ojo, María fue por fin al médico este lunes. Me recogió antes de ir a urgencias (ella había ido a trabajar pero su jefa la mandó al hospital en cuanto vio su "problema") y tras esperar un rato nos atendieron y confirmaron lo que ya pensábamos: era un absceso (María ya tuvo uno). El equipo de urgencias que nos atendió era de los más variopinto. Creo que todos eran belgas de nacimiento pero la enfermera era de ascendencia marroquí, el médico era negro y el médico en prácticas oriental. Y nosotros apañoles. Todo un ejemplo de multiculturalidad en una sola habitación.

Tras sacar el pus del sobaco de María y rellenarle el hueco con una tira de 30 centímetros de gasa y Betadine, nos dejaron libres. Por suerte el hospital está al lado de casa y se nos había ocurrido dejar el coche aparcado en la puerta e ir andando. María no podía casi ni caminar así que, tras dejarla en casa, fui yo sólo a la farmacia a por algo para el dolor más fuerte que lo que nos habían dado. Ella se impacientó y salió en mi busca. No había comido nada en todo el día y además se había metido dos dafalganes por lo que se mareó y cuando salí de la farmacia me la encontré esperándome en la acera en frente de casa. El día trascurrió sin más contratiempos y por la tarde incluso salimos a dar una vueltecita, aunque sin emocionarnos, ya que María tenía que ir en posición vaquera para no dañarse la herida.

Hoy volvimos a urgencias para que le cambiaran la venda y fue bastante menos traumático, sin bisturís por medio. Después dejé a María en casa y me fui a hacer la compra. Con eso de que mi niña tiene que tomar antibióticos acompañados de comida dos veces al día, vamos a empezar a comer y cenar regularmente. El menú de hoy era sencillo: huevos estrellados. Para el que no sepa lo que es:

Fries patatas.
Fries huevos.
Los mezclas todo.
¡TACHÁN!

Parecía fácil pero tuvimos varios problemas. El primero fue que no tenemos congelador y la bolsa de patatas fritas congeladas más pequeña era de 650 gramos. Por lo tanto había que hacer más de medio kilo de patatas fritas. No me cabían en la sarten/freidora así que decidí hacer dos tandas. Craso error: debería haber hecho tres (o incluso cuatro). El aceite se empezó a salir de la olla y yo me acordé de una historia que me contaron mis padres hace cosa de 15 o 20 años, sobre como unos amigos suyos se habían abrasado con una fondue. No es que chisporroteara un poco (que también) sino que se salió en plan cataratas del Niágara. Para mejorar la situación, la lisiadita pasaba por ahí. Tras mandarla a una esquina hice acopio de valor y cogí la olla, pensando en los granitos que me iban a dejar todos los chiporroteos en la mano y el brazo. No se como pero no me dio ninguno. Pero las desgracias no acabaron ahí ya que el aceite prendió fuego sobre el fogón eléctrico. Gracias a alguna peli vista en la pasado supe lo que hacer: cogí un trapo y lo tiré encima. Cuando desapareció el fuego en lo único que pensaba es si nos estaría mirando el vecino.

Al final, tras limpiar la encimera, los fogones, el horno y el suelo de aceite, hice las patatas en dos tandas, pero en una sartén más grande. Lo que más me jode es que al comprar las patatas vi otras al lado, también de McCain, que se hacían en el horno. Qué vida esta.

lunes, 10 de julio de 2006

Ya hemos vueltorl

Tras nuestra última visita fugaz a Madrid, María y yo volvemos a estar en el calor de nuestro hogar. Ya contaré mañana que tal fue el viaje. Ahora sólo os voy a comentar que Italia ha ganado por mi culpa. Desde que acabó la liguilla esa con la que comienza el Mundial he conseguido hacer perder a varios equipos. Primero, lo podeis adivinar: España. Después Alemania, luego Brasil, a continuación de Portugal y, esta noche, Francia. La razón es que debo ser algo gafe y prefería que ganasen ellos que sus adversarios.

Aquí el Mundial se vive de otra manera. Juegue quien juegue, gane quien gane, siempre hay gente celebrándolo. Los bares y las plazas donde hay pantallas de televisión se llenan de hinchas de los dos equipos (o cuatro en algunas ocasiones). Por toda la ciudad hay balcones repletos de banderas de todo el mundo y pesados que celebran que su equipo ha ganado pitando con el coche. La verdad es que esto es verdadero multiculturalismo.

lunes, 3 de julio de 2006

De nuevo a Madrid

Este jueves María y yo vamos a ir a Madrid otra vez. Esta vez volveremos en avión. La razón principal por la que vamos es que Efraín, uno de mis compañeros de viaje en la India, va a estrenar el viernes una exposición de algunas de las fotos que hizo en ese viaje. Además vamos a aprovechar la exposición para estrenar, por fin, uno de los documentales que grabamos allí. Es un docu cortito ya que se basa en una entrevista que le hicimos a Sharwar Khan, un músico que tuvo la desgracia de nacer en una de las miles de castas de intocables que aún hoy existen en la India. Pese a su corta duración os aseguro que es realmente interesante y os pido que, si estais por Madrid, asistais al estreno. Será en Lavapiés, en una galería que se llama Artepolis, en la calle Olivar, número 13. Y la hora para ir: entre las 9 y las 9:30. Después, cervecitas (espero).

Conciertos y platos apilados

Como hace ya un año, este fin de semana estuvimos en el Couleur Café, un festival de música del mundo que se organiza todos los veranos en Bruselas. El sábado, tras comer en casa de Bri, fuimos a ver a Gilberto Gil y Amparanoia. Después de una cena rápida en los puestos de comida internacional (yo me decanté, como el año pasado, por un guiso picante de Mali), María y yo estuvimos viendo a Nicole Willis. No la conocíamos, excepto por el programa, y la verdad es que nos gustó bastante. Los conciertos estuvieron muy divertidos y oimos varias versiones de Bob Marley, un par por Gilberto Gil y otra (Redemption Song) por Amparanoia.

El domingo también comimos en casa de Brigitte y a eso de las 7 nos dirigimos de nuevo a los conciertos. Tocaba Tracy Chapman y se notaba ya que no cabía ni un alma. Incomprensiblemente pudimos aparcar más cerca incluso que el sábado, a escasos 50 metros de la puerta. Dejamos el coche en un paso de cebra pero que importa eso cuando hay un festival de música. Tras ver a Tracy Chapman, que estuvo genial (aunque había demasiada gente) y que también tocó otra versión de Marley, vimos a un grupo llamado Afrikali. Según el programa eran los ganadores de la 6ª edición del concurso de Música de Encrucijada del Sur de África. Eran un verdadero espectáculo, todos de negros como el carbón (menos el batería que era albino), con trajes blancos en los que había marcas de manos negras. Había dos bailarinas, una de las cuales cantaba, y vendían discos en directo a 5€. Nosotros nos compramos dos antes de que anunciaran que sólo quedaba uno y nos marchamos a ver al mito del funk George Clinton. Yo tenía muchas ganas de verle y, aunque no pudimos quedarnos mucho porque María curraba hoy y ya era casi la 1, el concierto estuvo genial. Eran 40 y la madre. George Clinton estaba gordísimo y tenía rastas de colores. Había un viejo ataviado tan solo con un pañal y un joven con pantalones de pelo de cordero (¡qué caló tenía que estar pasando el probe chaval!). Cuando oimos la mítica Flashlight, que duró cerca de 10 minutos, nos quedamos contentos y nos fuimos a casita.

Ahora estoy agujeteado de tanto concierto y con mucha pereza porque tengo que fregar muchos platos que tengo pendientes y hacer dos megacoladas (o más). No todo iba a ser diversión.

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