Tras varias horas de autobús llegamos a Chefxaouen (que literalmente significa 3 cuernos, en referencia a las tres montañas que se funden en una, en cuyo flanco se encuentra la ciudad). La primera imagen que tuvimos no nos gustó nada: hordas de turistas, muchos de ellos con los macutos a cuestas, campaban por las calles de la ciudad. Dado lo sencillo que había sido encontrar alojamiento en Fez, ni se nos había pasado por la cabeza reservar un hotel (nos habíamos limitado a apuntarnos el nombre de un par de ellos).
Cogimos nuestras mochilas, que además de nuestros diversos ropajes contenían las alfombras, puffs y demás tesoros adquiridos en Fez, y nos dipusimos a visitar el más barato de todos los hoteles que teníamos apuntados. Obviamente, como ya nos imaginamos al entrar en la ciudad, estaba completo, así como todos los de la lista. Fuimos preguntando y en cada nuevo hotel nos mandaban a otro cercano. El precio iba subiendo al igual que nosotros por la estrechas y blancas calles de Xaouen. María ya empezaba a maldecirme por haberla llevado a semejante lugar.
Finalmente encontramos un hotel, que compartía nombre con la ciudad y que no le recomiendo a nadie. Era carísimo y los dueños eran unos bordes. La única habitación que les quedaba estaba en plena recepción, al lado de la puerta y de la tele donde esa tarde darían el fútbol a todo volumen. Ya nos íbamos a ir cuando vimos a un japonés acercándose por la cuesta. Nos imaginamos a nosotros mismos sudando, sin hotel y sin posibilidad de siquiera volver a ese cuchitril y tomamos una decisión. Era el japonés o nosotros. Y nos lo quedamos. Nuestro primer paseo sin mochilas por Xaouen fue para buscar otro hotel para las dos noches siguientes.
Tuvimos suerte y lo encontramos a un par de calles de distancia. Se llamaba Pensión Valencia y era mucho más asequible y agradable. El dueño, Midi, hablaba español bastante bien (como casi todos los xaouenenses, todo sea dicho) y nos dijo que esa noche no, pero que al día siguiente tendría un estupenda habitación. Incluso nos ofreció usar sus duchas e inclsuo dormir en una "sala comunal", pero ya habíamos pagado el otro hostal. Nos quedamos hablando largo y tendido con él. Era autóctono de la ciudad pero vivía en Alemania, donde era camionero. Ganaba una pasta y estaba más salido que el pico de una mesa. Nos dijo que debíamos hacer realidad nuestros "fantasmos". También nos intentó convencer de las bondades del sexo grupal. Insistía en que era mejor aún, según él, si todo "quedaba en familia" (es decir si el tercer miembro del trio era la hermana de la chica o el hermano del chico). Nosotros nos congratulamos de no tener hermanos/as del mismo sexo.
El resto del día transcurrió tranquilo, tomando te a la menta, paseando por las callejuelas y mirando tiendecitas, aunque sin comprar mucho. El segundo día, tras cambiarnos a nuestra nueva habitación en la terraza de la Pensión Valencia, salimos de la ciudad y nos dimos una vuelta bordeando Xaouen desde las alturas. Hay una antigua mezquita española (abandonada) en uno de los montes adyacentes y ir en peregrinación hasta ahí es una de las recomendaciones de los autóctonos. Ellos no van, claro. Yo tampoco hubiese ido nunca pues eso de subir montes se lo dejo a las cabras, pero María quería ver la ciudad desde arriba así que terminamos subiendo. Cuando llegamos a la mezquita vimos que más arriba, en otro monte a casi el doble de distancia, había OTRA mezquita. Yo tampoco quería ir, pero volví a ser arrastrado. A todo esto no se nos había ocurrido comprar agua. Os podeis imaginar que el viaje fue horrible. Por suerte convencí a María de que nos quedásemos a mitad de camino. Nos encaramamos a unas rocas y disfrutamos de las vistas. En la foto no se aprecia porque la ciudad estaba para el otro lado. [NOTA: lo de abajo son árboles, no arbustos]
Durante la subida yo me lesioné un pie ya que era el primer día del año en que me ponía mis abarcas menorquinas y me hicieron un roce. Así que la bajada la tuve que hacer a dos por hora. María me hizo un vendaje con una hoja suavecita y me lo fue cambiando cuando lo destrozaba. Cuando llegamos abajo nos tomamos un zumo de naranjas rojas y superdulces, recien exprimidas y se nos olvidaron un poco las penas del viaje.
El día siguiente fue bastante menos ajetreado. Tras la caminata del día anterior, optamos por quedarnos en la magnífica terraza blanca del hotel, con un grupo de españoles (de dónde si no) jugando al mus. Por la tarde habíamos quedado con Midi para ir ya que él también nos quería llevar a un hammam (aunque su plan parecía mejor que el de Ibrahim en Fez, ya que nos iba a llevar a uno donde nos iban a dar una habitación para nosotros solos) (María y yo, aunque siempre sospechamos que Midi se intentaría meter también, para iniciarnos en los ménages à trois... ya os digo que iba salidísimo). El caso es que en vez de llevarnos al hammam nos llevó a un picnic con una familia marroquí que vivía justo enfrente de la pensión. Ya les habíamos conocido el día anterior ya que la madre quería hacerle la henna a María en la mano. Ella no quería ni loca, pero acabamos tomando un te con ellos (bueno, en realidad ellas) en su casa.
Ninguno de los presentes (excepto Midi, María y yo, claro) hablaba una palabra de español, inglés o francés. Nosotros chapurreábamos nuestro árabe pero no sabemos decir más que lo que ya expliqué, por lo que las posibilidades de conversación eran más bien limitadas. Aún así lo pasamos muy bien. Hubo un momento muy gracioso de lo que podríamos llamar choque de culturas. La madre estaba hablando y en una de las pausas normales para tomar aire, aprovechó para regoldar sonoramente. Ya sabíamos que en Marruecos es normal, pero nunca lo habíamos visto tan en directo y María no pudo evitar echarse a reir.
Tras la merendola nos metimos de nuevo en el Mercidis Binz de Midi y nos puso Titanic en las teles de atrás mientras nos llevaba al hammam. Fue bastante surrealista (para más inri estaba en francés). Al llegar no pudimos entrar ya que nos dieron hora para las 11:30 de la noche y al día siguiente salíamos temprano, por lo que decidimos posponerlo para otro día y otra ciudad.
Podría contar más cosas, pero creo que ya me he pasado un poco. Demasiadas letras por un día (eso si, si alguien quiere saber algo en especial, que no creo porque ya os conozco, puede dejar un comentario y lo responderé gustoso).
Próximo destino: RABAT (este será cortito de verdad ya que sólo estuvimos dos horas).
Para los amantes de los datos inutiles
lunes, 15 de mayo de 2006
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1 comentario:
Ay Nico, a mi me interesa un monton toooodo lo que haceis. Ya te ha escrito Marta que no vamos el proximo fin de semana, porque hemos esperado demasiado para reservar los vuelos y ya estan en 700 euracos para dos miserables dias en Bruselas... Lo caro que sale tener que viajar en dias y horas exactos...
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