Para los amantes de los datos inutiles

lunes, 3 de julio de 2006

Conciertos y platos apilados

Como hace ya un año, este fin de semana estuvimos en el Couleur Café, un festival de música del mundo que se organiza todos los veranos en Bruselas. El sábado, tras comer en casa de Bri, fuimos a ver a Gilberto Gil y Amparanoia. Después de una cena rápida en los puestos de comida internacional (yo me decanté, como el año pasado, por un guiso picante de Mali), María y yo estuvimos viendo a Nicole Willis. No la conocíamos, excepto por el programa, y la verdad es que nos gustó bastante. Los conciertos estuvieron muy divertidos y oimos varias versiones de Bob Marley, un par por Gilberto Gil y otra (Redemption Song) por Amparanoia.

El domingo también comimos en casa de Brigitte y a eso de las 7 nos dirigimos de nuevo a los conciertos. Tocaba Tracy Chapman y se notaba ya que no cabía ni un alma. Incomprensiblemente pudimos aparcar más cerca incluso que el sábado, a escasos 50 metros de la puerta. Dejamos el coche en un paso de cebra pero que importa eso cuando hay un festival de música. Tras ver a Tracy Chapman, que estuvo genial (aunque había demasiada gente) y que también tocó otra versión de Marley, vimos a un grupo llamado Afrikali. Según el programa eran los ganadores de la 6ª edición del concurso de Música de Encrucijada del Sur de África. Eran un verdadero espectáculo, todos de negros como el carbón (menos el batería que era albino), con trajes blancos en los que había marcas de manos negras. Había dos bailarinas, una de las cuales cantaba, y vendían discos en directo a 5€. Nosotros nos compramos dos antes de que anunciaran que sólo quedaba uno y nos marchamos a ver al mito del funk George Clinton. Yo tenía muchas ganas de verle y, aunque no pudimos quedarnos mucho porque María curraba hoy y ya era casi la 1, el concierto estuvo genial. Eran 40 y la madre. George Clinton estaba gordísimo y tenía rastas de colores. Había un viejo ataviado tan solo con un pañal y un joven con pantalones de pelo de cordero (¡qué caló tenía que estar pasando el probe chaval!). Cuando oimos la mítica Flashlight, que duró cerca de 10 minutos, nos quedamos contentos y nos fuimos a casita.

Ahora estoy agujeteado de tanto concierto y con mucha pereza porque tengo que fregar muchos platos que tengo pendientes y hacer dos megacoladas (o más). No todo iba a ser diversión.

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