Para los amantes de los datos inutiles

martes, 25 de julio de 2006

¡Estoy vivo!

Han pasado muchas cosas desde mi último post pero no diré que esa es la razón de que no haya escrito. La principal causa ha sido el calor. Mientras me llegaban noticias de lluvias y frio en algunas partes de España, en Bruselas (el país de las lluvias) no caía ni una gota. El calor era (y sigue siendo) agobiante. El otro día vi un termómetro que marcaba 42º. Hemos tenido que quitar el edredón, claro.

El fin de semana pasado aprovechamos bien la caló yendo a unos conciertos gratuitos (el Flagestival) en la plaza de Flagey (donde si no). Descubrimos a un grupo muy interesante que se llama Jazz Camerata, qus os recomiendo encarecidamente. También había pistas de petanca, que aquí se lleva mucho, y pese a las ganas que tenía de jugar me fui sin hacerlo. La verdad es que cuando me vaya de Bruselas voy a echar de menos todos los conciertos, mercadillos y eventos en general que se organizan aquí todas las semanas, sobre todo cuando hace solecito. Se ve que como no es muy común la luz solar, cuando aparece la aprovechan de lo lindo.

El comienzo de esta semana fue un poco más... delicado. María llevaba ya unos meses con una especie de grano sin cabeza en la axila. La cosa crecía y disminuía pero este finde se había puesto bastante enorme y se notaba una especie de bola que se adentraba en los confines sobaquiles. Tras una noche sin pegar ojo, María fue por fin al médico este lunes. Me recogió antes de ir a urgencias (ella había ido a trabajar pero su jefa la mandó al hospital en cuanto vio su "problema") y tras esperar un rato nos atendieron y confirmaron lo que ya pensábamos: era un absceso (María ya tuvo uno). El equipo de urgencias que nos atendió era de los más variopinto. Creo que todos eran belgas de nacimiento pero la enfermera era de ascendencia marroquí, el médico era negro y el médico en prácticas oriental. Y nosotros apañoles. Todo un ejemplo de multiculturalidad en una sola habitación.

Tras sacar el pus del sobaco de María y rellenarle el hueco con una tira de 30 centímetros de gasa y Betadine, nos dejaron libres. Por suerte el hospital está al lado de casa y se nos había ocurrido dejar el coche aparcado en la puerta e ir andando. María no podía casi ni caminar así que, tras dejarla en casa, fui yo sólo a la farmacia a por algo para el dolor más fuerte que lo que nos habían dado. Ella se impacientó y salió en mi busca. No había comido nada en todo el día y además se había metido dos dafalganes por lo que se mareó y cuando salí de la farmacia me la encontré esperándome en la acera en frente de casa. El día trascurrió sin más contratiempos y por la tarde incluso salimos a dar una vueltecita, aunque sin emocionarnos, ya que María tenía que ir en posición vaquera para no dañarse la herida.

Hoy volvimos a urgencias para que le cambiaran la venda y fue bastante menos traumático, sin bisturís por medio. Después dejé a María en casa y me fui a hacer la compra. Con eso de que mi niña tiene que tomar antibióticos acompañados de comida dos veces al día, vamos a empezar a comer y cenar regularmente. El menú de hoy era sencillo: huevos estrellados. Para el que no sepa lo que es:

Fries patatas.
Fries huevos.
Los mezclas todo.
¡TACHÁN!

Parecía fácil pero tuvimos varios problemas. El primero fue que no tenemos congelador y la bolsa de patatas fritas congeladas más pequeña era de 650 gramos. Por lo tanto había que hacer más de medio kilo de patatas fritas. No me cabían en la sarten/freidora así que decidí hacer dos tandas. Craso error: debería haber hecho tres (o incluso cuatro). El aceite se empezó a salir de la olla y yo me acordé de una historia que me contaron mis padres hace cosa de 15 o 20 años, sobre como unos amigos suyos se habían abrasado con una fondue. No es que chisporroteara un poco (que también) sino que se salió en plan cataratas del Niágara. Para mejorar la situación, la lisiadita pasaba por ahí. Tras mandarla a una esquina hice acopio de valor y cogí la olla, pensando en los granitos que me iban a dejar todos los chiporroteos en la mano y el brazo. No se como pero no me dio ninguno. Pero las desgracias no acabaron ahí ya que el aceite prendió fuego sobre el fogón eléctrico. Gracias a alguna peli vista en la pasado supe lo que hacer: cogí un trapo y lo tiré encima. Cuando desapareció el fuego en lo único que pensaba es si nos estaría mirando el vecino.

Al final, tras limpiar la encimera, los fogones, el horno y el suelo de aceite, hice las patatas en dos tandas, pero en una sartén más grande. Lo que más me jode es que al comprar las patatas vi otras al lado, también de McCain, que se hacían en el horno. Qué vida esta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue un día muy desafortunado, para ser honestos. Pero aquí la lisiadita remarca que el trapo te lo di yo (en un alarde de rapidez mental que me caracteriza), y lo de freir las potatoes en la sartén grande fue un comentario que la lisiadita te hizo "cuando pasaba por allí" antes de que introdujeras las patatas en la sartén pequeña y prendiera el fuego en nuestra cocina, jejej

También quiero decir que si no fuera por Nico la situación habría sido mucho peor, ya que se comportó como un auténtico machote

Anónimo dijo...

Hola Mary guapa.Espero que sigas de baja y que estés comiendo bien como hablamos.Ya se que parezco tu madre, pero con el antibiótico tan fuerte que te estás tomando es importante.Te quiero mucho nena y ánimo que TODO PASA.Besos a los dos.Lara.

marta en parís dijo...

la próxima vez puedes pelar las patatas: cortas cuantas desees. Están más ricas y es más barato y por supuesto menos arriesgado. meteos en mi antiguo blog que teneis que escribir

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